Miguel Milà

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Había que aprovechar la linealidad que marcaba el espacio. Cómo unas formas tan simples podían ser útiles a una vida tan ajetreada como la de Miguel Milà, habitante de una ciudad tan frenética como Barcelona donde residen millones de personas. Una población del todo heterogénea que como él, necesitan sentir la calidez del hogar, la intimidad de una cena, la necesidad de adaptarse a los constantes cambios vitales sin renunciar a la compañía de quien te enriquece.

Opté por diseñar un espacio abierto, en una sola planta, donde pudieran confluir las actividades profesionales y personales de Miguel Milà.

En el proyecto podemos apreciar esa linealidad acompañada de un mobiliario indipensable. Se trata de encajes tan sencillos que recuerdan a los anclajes y montajes de sus obras. En el caso del taller, lo convertí en un lugar muy versátil que pudiera adaptarse a las distintas fases que comporta un diseño.

Pensé en materiales muy simples como base, que transmitieran la esencia de un gran diseñador. Y dispuse piezas eternas, atemporales y versátiles que completan las necesidades básicas de un espacio.

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